Jóvenes cenizos sobre alpacas.
Finalizada la
campaña de conservación de aguiluchos correspondiente al año 2.013 podemos situarla
en un contexto medio, interviniendo y controlando más de un centenar de nidos,
-principalmente de Aguilucho cenizo (Circus pygargus) y en mucha menor cantidad
algunos de Aguilucho lagunero (Circus aeroginosus), y también de Avutarda (Otis tarda), sufridora
igualmente de siegas tempraneras y al igual que los aguiluchos participe de
diferentes manejos para su conservación-. La productividad final de los
cenizos, 1,4 se ha situado en un nivel medio-bajo respecto a toda la
serie de años con campaña, por fortuna mucho mejor que el terrible año 2.012
con fuerte sequía, pero también influenciado por los fríos y lluvias que acompañaron
este año los meses primaverales, y que
han desembocado en un retraso generalizado en el desarrollo reproductor de buena
parte de las especies aladas, con varios vuelos anormalmente tardíos a finales
de julio en ambas rapaces.
Una mirada
retrospectiva para comprobar, que nada menos han pasado dos décadas desde el
inicio de aquellos primeros puntos de encuentro con las "aguilillas de las
rastrojeras", como habitualmente denominaban los agricultores y ganaderos
por aquel entonces al Aguilucho cenizo en mi pueblo y alrededores, y no iban
descaminados porque coincidía el vuelo de los pollos con el empacado de las
rastrojeras siendo imagen habitual ver a los mismos sombreándose a la vera de
unas alpacas, o posados sobre ellas. Eran los primeros pasos de cara a su
conservación frente a la siega mecanizada ; también frente a la falta de
sensibilidad y conocimiento de la especie por parte de las personas de las
cuales dependían para su conservación.
"Aguilillas de las rastrojeras"
Primeros compases
que por aquellos tiempos marcaba ADENEX, que con acertada intuición, supo
comprender el peligro al que se enfrentaba esta especie y que aún aqueja. Sin
duda, han cambiado mucho las cosas para estas hermosas rapaces, y no me refiero
estrictamente a los cenizos sino a la
familia de los aguiluchos, conformada por 16 especies repartidas a lo largo de
todo el mundo y con cuatro de ellas asentadas en Europa. Poco a poco han ido tomando posesión de estos
campos, convirtiéndose en uno de los principales núcleos de reproducción e invernada
de la región extremeña.
Cosechadora en colonia de aguiluchos.
En aquellos primeros
años el Aguilucho lagunero comenzaba nuevamente a reproducirse en Extremadura, probablemente
tras una desaparición temporal, y a partir de ese momento, cada año aumentaban
sus efectivos, no solamente como reproductor, sino también como invernante,
llenando las zonas húmedas y regadíos de la Zona Centro, con dormideros
invernales verdaderamente espectaculares a los que se añaden algunos Aguiluchos
pálidos (circus cyaneus), casi siempre en menor número, y como colofón final el
pasado invierno la presencia como invernante de al menos un macho de Aguilucho papialbo
(Circus macrourus), la cuarta especie de aguilucho que disfrutamos en la Zona
Centro. Pocas ocasiones para ver tres especies diferentes de aguilucho como la
que nos deparo aquel momento.
Dormidero de aguiluchos en arrozal.
Macho de Aguilucho papialbo en cercanías dormidero.
Esporádicamente se han
reproducido algunos pálidos en las zonas esteparias del norte de la Serena y la
Zona Centro, el año pasado asistimos al último de estos casos, y con
anterioridad algunos años lo han hecho, siempre en número escaso (como máximo
2-3 parejas). Especie que no termina de asentar poblaciones de cría definitivas
en nuestra zona, y tampoco en la región, al contrario que en regiones periféricas
cercanas, con hábitats similares.
Las cifras de
Aguilucho cenizo en esta zona, si miramos hacia atrás, se mantienen más o menos
estables respecto de aquel año 1.993 que marco la pauta del primer censo real
de la especie organizado por ADENEX para
toda Extremadura. Mantenerla en esas cantidades no ha sido fácil, entre otras
cosas porque como todos sabemos los hábitats esteparios desde entonces están en
constante retroceso, y precisamente en la Zona Centro con el plan de regadíos
del canal de las Dehesas, sufriéndolo con mayor repercusión.
Las 18 últimas
temporadas (algún año anterior iniciándose las campañas obtuvimos
resultados muy escasos e incompletos),
hemos constatado el vuelo de 3.548 pollos de cenizo, resultado del seguimiento
de 2.125 nidos y el manejo a través de la campaña de salvamento de 1.700 de
ellos. Todo para mantener el centenar largo de parejas asentadas en estos
lares, entorno al embalse de Orellana.
Entorno del Embalse de Orellana.
Varias decenas de
voluntarios, algunas asociaciones y la administración autonómica tienen buena
parte de "culpa" en la supervivencia de esta especie. Especie que no
dudemos, sin la intervención humana no existiría ya en nuestros campos, al
menos como la conocemos en el momento presente -quien sabe, si se hubiese
adaptado a reproducirse en otro tipo de hábitats, como hace en otras zonas de
España-.
Manejo de nido con pollos de cenizo.
Cerca de medio
centenar de reservas creadas específicamente
para su reproducción, alrededor de un millar de rodales para que puedan
finalizar los pollos su desarrollo en los nidos que los vieron nacer. Y todo
ello condimentado con una afección importante a los extremos climatológicos a
los que nos tiene acostumbrados nuestra
región, una brutal incidencia predadora
sobre sus nidos y pollos, y porque no decirlo un cada vez menor rechazo de la
especie por el paisanaje (agricultores, ganaderos, cazadores...) gracias a las
constantes campañas de sensibilización de los grupos conservacionistas:
NATUREX, ADENEX, ALA, AMUS, GEA y ANSER entre otros, además de la Junta de
Extremadura.
Los escasos
Aguiluchos pálidos que se han reproducido en la zona estos últimos 20 años y de
manera discontinua, probablemente menos de una decena, con similar número de
pollos volados y rodales; han sufrido los mismos avatares y cuidados que sus
hermanos cenizos, participando de algunas reservas creadas para estos últimos,
aunque como decía antes sin asentar sus poblaciones, al contrario que en
invernada donde suelen ser bastante frecuentes en la zona, de procedencia
seguramente dispar, con algunas aves
marcadas de origen francés.
El Aguilucho
lagunero, juega con la ventaja de combinar para reproducirse, medios esteparios y también zonas palustres
(además estas últimas, cada vez con mayor profusión y más utilizadas ); su
tamaño y acometividad son mayores que en los pequeños cenizos, soportando por
consiguiente menor presión predadora. En la actualidad deben superar el medio
centenar de parejas en esta zona, y cuando menos permanecen estables, tal vez
en moderado aumento. Algunas decenas de rodales y su nidificación en algunas de
las reservas mencionadas han servido igualmente para apoyar su asentamiento en
la Zona Centro, el aumento de regadíos tampoco debe haberlos venido nada mal
para fijar esas poblaciones, al contrario que a los cenizos.
Joven lagunero en cultivo de cereal.
No puedo por menos
que hacer un homenaje final a todas aquellas personas, mayoritariamente voluntarios,
muchos de ellos venidos de lejos, que en
estas dos décadas aportaron su trabajo a la conservación de estas especies y
sin cuya labor no habría sido posible conseguir
hacer del entorno de Orellana, un territorio de supervivencia para ellos:
Juan Pedro Sierra
Crucera, Domingo Jiménez Martín, José María Traverso, Rosalba Guarín Sepúlveda,
José Luis Gómez Almodóvar, Juan Julián Gómez Franco, Marck Rogers, David
Rodríguez Vidales, Pedro Ramírez Sierra, Cándido Choque Lapaca, Patricio Sanz
Martín, Ángel Nubla Vicuña, Manuel Gómez Guarín, Ángel Chamizo Carmona, Miguel
Gómez Guarín, Mario Serrano Quiles, Andrea Fernández Simón, Rubén Millán
Corvillo, Javier Chamero Romero, Vicente Arenas García, Rafael Sanabria, Luis
Lozano Martínez, Jerónimo Martínez
Gallardo, Rubén Toribio, Juan Antonio Barquero, Francisco Borja Maldonado, Víctor
Manuel Quintana, Urs Peter Staüble, Anatol Gertsch, Hans Lehmann Bern, Anton
Nann Aaran, Hans Eichenberger, Doris Eichenberger, Käthi Bühler, Res Bühler, Hans Jürgen Muller,
Bernhard Wicki, Gilberto Pasinelli, Karin Schief, Thomas Jordi, Paul Küttel,
Marlisse Küttel, Veli Bühler, Joachim Mennius, Lucia Rethgeb...y finalmente los
grandes e incombustibles amigos suizos Silvana Bollí y Jost Bhullmann, que
todos los años hacen presencia fiel para defender "sus queridos
aguiluchos".
Joachim, Silvana y Jost trabajando en el campo.
Algunos agricultores
y cosecheros han tomado también la bandera de la conservación de los
aguiluchos, no pudiendo por menos que nombrar a varios de ellos, especialmente
sensibilizados y participantes desde hace años, como miembros de pleno
derecho en la realización de las
campañas:
Constancio Sanz,
Antonio y Juan Rodríguez, Eloy Hernán, Saturnino Merino, Lorenzo Gentil, los
hermanos Roncero, los "Vaqueritos", Ángel Miranda, Tomás Cerro, Hipólito
Uría, Lorenzo González y Manolo, José Ruíz, Manuel Gómez, Marcos Ramírez, los
hermanos Llerena, aparte de otros muchos que en algún momento participaron en
la conservación de estas aves.
Macho de Aguilucho cenizo.
Qué alegría! ! Leer estas noticias. Por los llanos de Cáceres esta cada año peor el panorama para los cenizos. Un saludo y enhorabuena por esa labor conservacionista. Teneis mi admiración y mi apoyo.
ResponderEliminarHola Manolo:
ResponderEliminarUna gran labor sin duda, mis felicitaciones por los resultados conseguidos.
Saludos...
Felicitaros por dedicar vuestro tiempo en este tipo de actividades,enhorabuena.
ResponderEliminarExcelente documento y una labor envidiable la que realizais. Enhorabuena por vuestro trabajo
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