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sábado, 26 de febrero de 2011

Residuos de la invernada


El pasado jueves, 24 de febrero, volví a asistir a otro importante paso migratorio verificado desde Moheda Alta, entre las 11h-13h sobrevolaron la zona unas 2.000 aves claramente en dirección noreste. El vuelo era bajo, se veía claramente que estaban solidificando sus formaciones para posteriormente tomar altura y definir claramente su ruta. Tras dar unas vueltas por las localidades cercanas, pude comprobar que la mayoría de los vuelos levantaban precisamente del entorno de Vegas Altas-Obando, lo que me hizo imaginar que por las otras “autopistas grulleriles” el paso tuvo que ser muy denso igualmente, y que en territorios maños disfrutarían los siguientes días de la visita de las grullas que pasaron el invierno entre nosotros y verificar que tan escasa fue la invernada en Extremadura…
En Moheda Alta aún se alimentaban 130 grullas, con un porcentaje muy alto de jóvenes de año, que asistían sin inmutarse al constante paso de bandos en el cielo que parecían invitarles con su griterío a agarrarse a su cola para seguirlas.
Los bandos que pude observar tanto ese día como en los inmediatos anteriores estaban conformados en un alto porcentaje por los jóvenes emancipados a lo largo del ultimo mes, aproximadamente el 35%. Obviamente es el cuento de la lechera, pero estos últimos días al menos se duplica el porcentaje de jóvenes de año respecto del total de aves, que suele estar en la orquilla del 15-20% el resto de la invernada; también ese día observe algún joven de año con el plumaje extraordinariamente castaño para las fechas, probablemente procedente de alguna latitud muy norteña, este individuo estaba muy tranquilo acompañado de sus padres en un arrozal ya sin congéneres, seguramente se independizara a lo largo de la ruta, quien sabe si en Francia, Alemania…, sin prisas.
Las últimas semanas era todo un espectáculo ver las grullas saltando, bailando, picoteándose, en unas pautas nupciales constantes que presagiaban la inminente migración masiva que efectivamente se produjo a continuación.
En uno de esos campos donde los últimos cuatro meses, las grullas parecía que lo llenaban todo, con sus vuelos, sus gritos…su presencia, me encontré la pluma que aparece en la imagen y que da pie al titulo de la entrada. Es lo que nos va quedando, poco menos que los residuos de lo que pasó y vivió entre nosotros durante tanto tiempo y que siguiendo el refrán tan popular de que “uno no es de donde nace sino de donde pace…”, debemos considerar parte de nuestra Extremadura y defenderlo como tal. Ensimismado en la pluma, el viento la arrastro unos metros del lugar, como confirmándome que todo llega y todo pasa, como decía Gustavo Adolfo Becquer: “Volverán las oscuras golondrinas…”, añadiéndole yo a continuación “y se irán las grises grullas”.
Por cierto, aún permanecían en los arrozales de Moheda Alta, 7 Tarros blancos, y la interesante presencia de Avocetas, Combatientes, alguna Cigüeña negra, Aguilucho pálido, es lo que tiene, saliendo al campo siempre veremos cosas interesantes.

domingo, 20 de febrero de 2011

Autopistas en el cielo


El pasado viernes asistí a uno de esos espectáculos que nos brinda la naturaleza una vez al año y que son dignos de ver: un paso migratorio de varios miles de grullas, que aprovechaban la mañana soleada para retomando una imaginaria autopista que recorría la Zona Centro a través de los alrededores del río Ruecas, se adentraba en las Villuercas para desde allí, dirigirse hacia su habitual ruta noreste.
Otras agrupaciones venían de áreas situadas más al sur, entre estos grupos no eran raros los formados por Ánsares comunes, aunque estos volaban bastante más alto con la dirección bien definida, y sin los movimientos algo erráticos y nerviosos de las grullas.
La confluencia de las grullas viene a ser la misma, y sin duda el lugar de parada elegido (Gallocanta, Sotonera o el sur de Francia) ese mismo anochecer o a la mañana siguiente traerá consigo un incremento sustancial en su número de aves.
Era hermoso ver como llegaban los bandos desde aproximadamente las 10 de la mañana, en agrupaciones todas ellas relativamente nutridas (entre 100 y 300 aves), con escasos márgenes de tiempo entre los diferentes grupos. Su trompeteo era si cabe más sonoro y constante que suele ser habitual, anunciando a las aves que aún permanecían en el suelo, que ya llego la hora del regreso.
A partir de las 13-14h, el flujo de aves comenzó a disminuir, y algunos grupos en vez de continuar con la ruta, bajaban y se reunían con las grullas que tranquilamente se alimentaban en los rastrojos de arroz, quizá con idea de descansar, comer algo y continuar con su ruta algún día después.
Estos acontecimientos tienen lugar en los últimos años alrededor del día 20 de febrero, en función de las condiciones climatológicas, en años previos e visto pasos de este tipo anteriores al 15 de febrero, cierto que desde finales de enero existe ya paso migratorio, pero suele ser bastante menos pronunciado, casi imperceptible sino fuera porque comienzan a aparecer nuevas grullas marcadas que no se habían visto previamente.
Mañanas soleadas con el paso tan abundante y constante, indican que en una semana si el tiempo no lo impide, quedaran poco más o menos que residuos de lo que fue la invernada, pocas remolonas aguantaran hasta primeros de marzo.
El paso migratorio postnupcial es mucho menos visible y las aves arriban de manera más anárquica, extendiéndose como una mancha de aceite con el transcurrir de los días y semanas entre octubre y noviembre.
Comentaba con mi amigo Ángel que me acompañaba en ese momento, al hilo de la marcha de las grullas, el gran vacío que dejan en los campos de la Zona Centro, donde resultan ser un elemento vital tan habitual, sobre todo para los que tenemos la fortuna de convivir con ellas.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Números....números...números....


Tenemos nuevos comensales en Moheda Alta, nada menos que entre 6.000 y 7.000 Ánades rabudos se alimentan en los arrozales que se observan desde la “Atalaya prodigiosa”. Llevan allí desde primeros de febrero y son todo un espectáculo añadido a las más de 3.000 grullas que aún a mediados de mes permanecen ligadas al lugar…una ultima oportunidad la presente invernada para darnos un festín de telescopio y prismáticos con ellas, probablemente el próximo fin de semana marque la fase principal del nuevo periplo migratorio prenupcial de las grullas, una vez que pase o se suavice la borrasca que nos visita.
Normalmente cuando hablamos de grullas, uno de los temas más recurrentes es especular sobre si este año hay más o menos que en otros precedentes, y cargar culpas contra esto o aquello achacando motivaciones para que estos aumentos o disminuciones se produzcan. En boca de un agricultor o ganadero de la Zona Centro, cada año hay más grullas…¡¡¡todas las grullas del mundo están en sus tierras!!!. En boca de algunas personas del movimiento conservacionista, parece que nos estamos dejando quitar las grullas por los franceses o los maños y pronto dejaremos de ser su principal cuartel de invernada.
Considero que ni unos extremos ni otros son ciertos, tengo a las grullas como aves muy flexibles y adaptables, y sospecho que el invierno suave que tenemos puede ser el culpable de una posible disminución en su número. Las aves dependen mucho de la ecuación gasto energético y aporte alimenticio, y en parecidas condiciones climatologicas, de alimento y tranquilidad, se quedaran en las zonas más próximas a sus núcleos de reproducción, así ocurrió en la invernada 2.006-2.007.
Y que conste que en la Zona Centro, la presente invernada, el número de grullas ha sido similar al de años anteriores, entre 35.000 y 40.000, otra cosa puede ser que no las veamos en los mismos sitios que esos años anteriores por diferentes motivos: exceso de arrozales fangeados por las abundantes lluvias, escasez de bellotas y aumento de molestias en algunos encinares por su eterna lucha en pos de la cada vez más escasa montanera, aumento de cultivos intensivos (olivar y tomates), lo más seguro por un cúmulo de todos ellos. Quizás se ha producido una descentralización ¿temporal? del principal comedero grullero en el entorno de la carretera entre Obando y Guadalupe, pero solo hay que dar una vuelta por zonas más norteñas (incluso hasta cerca de Logrosán, donde no se conocían las grullas), por el este (donde cada vez avanzan más, Torrefresneda, Yelbes, Santa Amalia…¡¡¡llegaran pronto a las inmediaciones de Mérida!!!), o algunos sectores del sur.
Por lo que si debemos temer es por el uso tradicional del recurso bellotas, a lo que no es ajeno el estado lamentable de nuestras dehesas, por enfermedades, podas abusivas, falta de regeneración, transformación en regadíos intensivos. Bien hacia Adenex en ligar los términos encinar y grullas en la conservación de ambos, porque eso es lo que nos diferencia de las zonas de invernada del resto de Europa.
Otro factor que habría que subsanar es la falta de refugios para las grullas en los días de caza, es penoso ver como esas jornadas estas aves apenas pueden poner un pie en el suelo por el ejercito de escopetas y perros que no dejan un centímetro sin husmear, y en eso si nos sacan ventaja tanto franceses como maños.
Como diría un hipotético presidenciable del mundo de las grullas, ¡más bellotas y menos molestias!, para garantizar ese primer puesto en el ranking grulleril.
Y siguiendo con números, estos de los que mueven el mundo, a nivel económico…decir que tampoco me encuentro cómodo en la postura que liga la presencia de tan especiales aves, a la llegada masiva de caravanas de turistas ornitológicos, para mi perdería ese encanto especial de ver pasar las grullas en la soledad invernal, si cada vez que saliese al campo estuviese rodeado de turistas, dándome de codazos para buscar un hueco por donde verlas…vamos, tanto como la diferencia entre disfrutar en una playa desierta o Benidorm en agosto, aunque sobre gustos no hay nada escrito y probablemente alguien me tachara de egoísta, a fin de cuentas es exclusivamente mi opinión al respecto.
Las grullas tienen el suficiente valor por si mismas para conservarlas, para disfrute de algunos ahora,-otros, mientras no se paguen religiosamente los daños que causan a sus recursos, o se liguen las subvenciones que reciben a su protección, siempre van a ver en ellas un enemigo-, y las generaciones que nos precedan en este cada vez más mermado mundo natural.

jueves, 3 de febrero de 2011

Atalaya privilegiada


Desde hace varios meses, visito con mucha frecuencia el inmediato entorno del Parque Periurbano de Moheda Alta en el término municipal de Navalvillar de Pela (Badajoz). Debo confesar que desde el momento que la seca de las encinas, creo allí un espacio fantasmagórico de troncos de encinas muertas, este lugar dejo de tener aquella atracción de antaño, cuando era una preciosa y solitaria dehesa repleta de vida.
Sin embargo, existe dentro de dicha finca un observatorio privilegiado para la observación de aves:…”El Majadal”, situado en el fondo noreste de la finca, con una vista excepcional de vastos campos de arroz, que en esta época combinan parcelas fangeadas creando laminas de agua de notable tamaño, y otras con arrozales sin segar, además de rastrojos, conformando un ambiente espectacular para multitud de especies interesantes para los aficionados a la observación y fotografía de naturaleza, especialmente aves.
El espectáculo que depara este lugar, no tiene nada que envidiar al de otros lugares de gran renombre en el panorama ornitológico europeo. Ayer martes, dentro de la lamina de agua de los arroces fangeados, se situaban la nada desdeñable cifra de 29 Tarros blancos, probablemente la mayor concentración de esta especie en Extremadura de los últimos años, desde finales de noviembre pasado venia observando ejemplares de dicha especie en ese lugar, al principio 12, y posteriormente a temporadas dejaban de verse para trasladarse a los arrozales algo más al norte. Claro que ya sabemos el asociacionismo que existe entre las distintas especies de gansos, y la notable población de Ánsar común que ha vivaqueado en el lugar (en diciembre cifras superiores a los 8.000 individuos), suele reportar estas sorpresas, la Barnacla cariblanca también ha estado presente a lo largo del mes de diciembre, entre 2-5 ejemplares.
Otra especie que e observado en los arrozales es el Morito común, con cifras entre los 2-3 ejemplares, estos si, desaparecieron del lugar cuando se procedió al fangeado de la mayoría de las parcelas, al igual que las Cigüeñas negras, de las cuales en noviembre vivaqueaban al menos 3 individuos.
Las concentraciones de grullas tanto alimentándose, como en el dormidero (que ambas cosas pueden hacer en el lugar), se han situado entre los 2.000-5.000 individuos, de forma muy regular a lo largo de todo el invierno, y espero que ahora con el paso migratorio, se incrementen, al menos por unos días. Si a todo esto añadimos la presencia de algún ejemplar de Búho campestre, Garceta grande, Aguilucho pálido además de muchos laguneros, y algunos grupos de Sisón común en el rastrojo de maíz anejo, algunas especies de limícolas, las típicas de dehesa y las habituales de zonas húmedas…la excursión puede dar un resultado fascinante. Casi todo ello sin moverse de la atalaya que es el mirador “El majadal”, lastima lo único que le falta, es que estuviera adaptado…¡¡¡pero todo no puede se perfecto!!!.