Tenemos nuevos comensales en Moheda Alta, nada menos que entre 6.000 y 7.000 Ánades rabudos se alimentan en los arrozales que se observan desde la “Atalaya prodigiosa”. Llevan allí desde primeros de febrero y son todo un espectáculo añadido a las más de 3.000 grullas que aún a mediados de mes permanecen ligadas al lugar…una ultima oportunidad la presente invernada para darnos un festín de telescopio y prismáticos con ellas, probablemente el próximo fin de semana marque la fase principal del nuevo periplo migratorio prenupcial de las grullas, una vez que pase o se suavice la borrasca que nos visita.
Normalmente cuando hablamos de grullas, uno de los temas más recurrentes es especular sobre si este año hay más o menos que en otros precedentes, y cargar culpas contra esto o aquello achacando motivaciones para que estos aumentos o disminuciones se produzcan. En boca de un agricultor o ganadero de la Zona Centro, cada año hay más grullas…¡¡¡todas las grullas del mundo están en sus tierras!!!. En boca de algunas personas del movimiento conservacionista, parece que nos estamos dejando quitar las grullas por los franceses o los maños y pronto dejaremos de ser su principal cuartel de invernada.
Considero que ni unos extremos ni otros son ciertos, tengo a las grullas como aves muy flexibles y adaptables, y sospecho que el invierno suave que tenemos puede ser el culpable de una posible disminución en su número. Las aves dependen mucho de la ecuación gasto energético y aporte alimenticio, y en parecidas condiciones climatologicas, de alimento y tranquilidad, se quedaran en las zonas más próximas a sus núcleos de reproducción, así ocurrió en la invernada 2.006-2.007.
Y que conste que en la Zona Centro, la presente invernada, el número de grullas ha sido similar al de años anteriores, entre 35.000 y 40.000, otra cosa puede ser que no las veamos en los mismos sitios que esos años anteriores por diferentes motivos: exceso de arrozales fangeados por las abundantes lluvias, escasez de bellotas y aumento de molestias en algunos encinares por su eterna lucha en pos de la cada vez más escasa montanera, aumento de cultivos intensivos (olivar y tomates), lo más seguro por un cúmulo de todos ellos. Quizás se ha producido una descentralización ¿temporal? del principal comedero grullero en el entorno de la carretera entre Obando y Guadalupe, pero solo hay que dar una vuelta por zonas más norteñas (incluso hasta cerca de Logrosán, donde no se conocían las grullas), por el este (donde cada vez avanzan más, Torrefresneda, Yelbes, Santa Amalia…¡¡¡llegaran pronto a las inmediaciones de Mérida!!!), o algunos sectores del sur.
Por lo que si debemos temer es por el uso tradicional del recurso bellotas, a lo que no es ajeno el estado lamentable de nuestras dehesas, por enfermedades, podas abusivas, falta de regeneración, transformación en regadíos intensivos. Bien hacia Adenex en ligar los términos encinar y grullas en la conservación de ambos, porque eso es lo que nos diferencia de las zonas de invernada del resto de Europa.
Otro factor que habría que subsanar es la falta de refugios para las grullas en los días de caza, es penoso ver como esas jornadas estas aves apenas pueden poner un pie en el suelo por el ejercito de escopetas y perros que no dejan un centímetro sin husmear, y en eso si nos sacan ventaja tanto franceses como maños.
Como diría un hipotético presidenciable del mundo de las grullas, ¡más bellotas y menos molestias!, para garantizar ese primer puesto en el ranking grulleril.
Y siguiendo con números, estos de los que mueven el mundo, a nivel económico…decir que tampoco me encuentro cómodo en la postura que liga la presencia de tan especiales aves, a la llegada masiva de caravanas de turistas ornitológicos, para mi perdería ese encanto especial de ver pasar las grullas en la soledad invernal, si cada vez que saliese al campo estuviese rodeado de turistas, dándome de codazos para buscar un hueco por donde verlas…vamos, tanto como la diferencia entre disfrutar en una playa desierta o Benidorm en agosto, aunque sobre gustos no hay nada escrito y probablemente alguien me tachara de egoísta, a fin de cuentas es exclusivamente mi opinión al respecto.
Las grullas tienen el suficiente valor por si mismas para conservarlas, para disfrute de algunos ahora,-otros, mientras no se paguen religiosamente los daños que causan a sus recursos, o se liguen las subvenciones que reciben a su protección, siempre van a ver en ellas un enemigo-, y las generaciones que nos precedan en este cada vez más mermado mundo natural.
Normalmente cuando hablamos de grullas, uno de los temas más recurrentes es especular sobre si este año hay más o menos que en otros precedentes, y cargar culpas contra esto o aquello achacando motivaciones para que estos aumentos o disminuciones se produzcan. En boca de un agricultor o ganadero de la Zona Centro, cada año hay más grullas…¡¡¡todas las grullas del mundo están en sus tierras!!!. En boca de algunas personas del movimiento conservacionista, parece que nos estamos dejando quitar las grullas por los franceses o los maños y pronto dejaremos de ser su principal cuartel de invernada.
Considero que ni unos extremos ni otros son ciertos, tengo a las grullas como aves muy flexibles y adaptables, y sospecho que el invierno suave que tenemos puede ser el culpable de una posible disminución en su número. Las aves dependen mucho de la ecuación gasto energético y aporte alimenticio, y en parecidas condiciones climatologicas, de alimento y tranquilidad, se quedaran en las zonas más próximas a sus núcleos de reproducción, así ocurrió en la invernada 2.006-2.007.
Y que conste que en la Zona Centro, la presente invernada, el número de grullas ha sido similar al de años anteriores, entre 35.000 y 40.000, otra cosa puede ser que no las veamos en los mismos sitios que esos años anteriores por diferentes motivos: exceso de arrozales fangeados por las abundantes lluvias, escasez de bellotas y aumento de molestias en algunos encinares por su eterna lucha en pos de la cada vez más escasa montanera, aumento de cultivos intensivos (olivar y tomates), lo más seguro por un cúmulo de todos ellos. Quizás se ha producido una descentralización ¿temporal? del principal comedero grullero en el entorno de la carretera entre Obando y Guadalupe, pero solo hay que dar una vuelta por zonas más norteñas (incluso hasta cerca de Logrosán, donde no se conocían las grullas), por el este (donde cada vez avanzan más, Torrefresneda, Yelbes, Santa Amalia…¡¡¡llegaran pronto a las inmediaciones de Mérida!!!), o algunos sectores del sur.
Por lo que si debemos temer es por el uso tradicional del recurso bellotas, a lo que no es ajeno el estado lamentable de nuestras dehesas, por enfermedades, podas abusivas, falta de regeneración, transformación en regadíos intensivos. Bien hacia Adenex en ligar los términos encinar y grullas en la conservación de ambos, porque eso es lo que nos diferencia de las zonas de invernada del resto de Europa.
Otro factor que habría que subsanar es la falta de refugios para las grullas en los días de caza, es penoso ver como esas jornadas estas aves apenas pueden poner un pie en el suelo por el ejercito de escopetas y perros que no dejan un centímetro sin husmear, y en eso si nos sacan ventaja tanto franceses como maños.
Como diría un hipotético presidenciable del mundo de las grullas, ¡más bellotas y menos molestias!, para garantizar ese primer puesto en el ranking grulleril.
Y siguiendo con números, estos de los que mueven el mundo, a nivel económico…decir que tampoco me encuentro cómodo en la postura que liga la presencia de tan especiales aves, a la llegada masiva de caravanas de turistas ornitológicos, para mi perdería ese encanto especial de ver pasar las grullas en la soledad invernal, si cada vez que saliese al campo estuviese rodeado de turistas, dándome de codazos para buscar un hueco por donde verlas…vamos, tanto como la diferencia entre disfrutar en una playa desierta o Benidorm en agosto, aunque sobre gustos no hay nada escrito y probablemente alguien me tachara de egoísta, a fin de cuentas es exclusivamente mi opinión al respecto.
Las grullas tienen el suficiente valor por si mismas para conservarlas, para disfrute de algunos ahora,-otros, mientras no se paguen religiosamente los daños que causan a sus recursos, o se liguen las subvenciones que reciben a su protección, siempre van a ver en ellas un enemigo-, y las generaciones que nos precedan en este cada vez más mermado mundo natural.
También tuve el privilegio de ver todos esos rabudos y vi el embalse de El Cubilar forrado de cucharas. Ún sábado nunca se me hubiera ocurrido ir a esa atalaya, pero llevé a un amigo; no cabíamos en el mirador, estaba lleno de personas que flipaban en colores viendo lo que tu describes.
ResponderEliminarSobre lo que cuentas ahora con "Números.." unas palabras llenas de sentido común, con las que estoy totalmente de acuerdo. Pones en el tapete temas muy importantes e interesantes que darían lugar a horas de debates. Tevuelvo a dar las gracias por tu blogs. Y aunque pienses que soy una pesada, por favor, no dejes de escribir sobre ellas.
Me ha encantado tú reflexión. Se nota que viene de parte de alguien que conoce bien el tema.
ResponderEliminarUn saludo
Precisamente visite esa zona este fin de semana pasado y corroboro lo que señalas,aunque no soy experto del tema grullero,si me he podido percatar de algunas de las cosas que comentas en esta magnifica entrada.Muy interesante, tus conocimientos nos ayudan a comprender mejor el problema.
ResponderEliminarSaludos desde Asturias
http://naturaliaasturum.blogspot.com/2011/02/he-visto-volar-las-grullas-extremadura.html
¿Que tal Manolo? Viniendo de quién viene, tus opiniones son siempre para tener en cuenta. Supongo que el "conservacionista" del que hablas soy yo. Así que por alusiones, unos comentarios. Entiendo que es un recurso literario, pero es injusto poner a la misma altura la opinión del agricultor que la entrada de un blog con mucho trabajo detrás. También me parece desafortunada la frase "nos estamos dejando quitar las grullas", que yo no he dicho. Además nadie posee a las grullas. Intento que mi blog sea lo más objetivo posible, me limito a informar de modo aséptico evitando apreciaciones personales. ¿En Francia especulan por la tendencia de sus grullas? No, ellos saben perfectamente cuantas tienen. Nosotros, mientras no censemos, seguiremos jugando a los acertijos.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya, el mensaje anterior se quedó a medias. Añadir que dudo que lleguen caravanas de turistas. Tambien que los dos últimos inviernos han sido muy crudos en centro Europa, a pesar de ello, ha habido más de 100.000 grullas en Francia (pero ninguna en Alemania, cosa que hace años no pasaba). La tendencia es muy clara. No es la primera ave donde se produce el acortamiento de la migración. Ya ocurrió con el ganso campestre (de ser el más numeroso en la meseta norte ahora es rareza) o la graja (más de lo mismo); y actualmente está pasando con la paloma torcaz (ya no inverna en Sierra Morena, donde era muy común).
ResponderEliminarSaludos cordiales de nuevo.
Hola Javier, me temo que te estas equivocando, obviamente tu y yo apenas hemos hablado, por consiguiente no coloco ninguna frase desafortunada en tu boca, porque obviamente no las e escuchado, hacer conjeturas sin conocer puede llevar a errores, recuerda que hay muchos conservacionistas y por esta zona nos movemos buena cantidad de aficionados a las grullas de toda Europa.
ResponderEliminarLa entrada del blog apareció a cuenta de la problemática que mantiene la especie en importantes sectores de invernada, y me ratifico en las referencias de las motivaciones por las cuales este año se han podido quedar más en Francia (cuestiones climatológicas y obviamente, tu lo expones en tu magnifico articulo: la gran población de grullas a nivel europeo y su necesidad de repartirse).
Siempre e valorado tus trabajos sobre el seguimiento de la avifauna extremeña, y se de sobra lo que cuesta el aglutinarlos como tu lo haces.
Un saludo
Hola Manolo. Perdona por el malentendido, quizás debido por la inmediatez en el tiempo de ambas entradas. Hablando se entiende la gente. Si quieres elimina mis comentarios, no tienen mucho sentido. Otro saludo.
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