Seguidores

martes, 5 de mayo de 2020

EL PEQUEÑO BÚHO


  
Mochuelo curioseando.
  Mi viejo amigo Patricio, me contaba frecuentemente la anécdota de la familia de Mochuelos que criaba dentro de su pequeña casilla campestre de adobe, y que utilizaba en aquellas primaveras y veranos ya lejanos; le llamaba poderosamente la atención esa curiosidad casi burlona que manifestaban los pequeños búhos ante sus movimientos, sin duda acrecentada por sus grandes y hermosos ojos de tonos amarillentos.

  Hace varias décadas que falleció mi viejo ayudante de campo, la pequeña casilla de adobe actualmente es apenas un amasijo de tierra, y por aquellos campos donde antaño prosperaban varias parejas de Mochuelos, se ha impuesto una agricultura intensiva excesivamente agresiva, que no permite la supervivencia ni de esta ni de otras muchas especies antaño abundantes, y que hoy tristemente languidecen, ante la pérdida de aquellas labores campesinas más benignas para los otros habitantes del lugar; agricultura tradicional que apenas usaba pesticidas, con poco uso de un elemento tan escaso como el agua, y que respetaba los descansos de la tierra con barbechos de larga duración.
  Resulta vertiginosa la disminución de algunas especies que hasta hace poco eran abundantes, a poco de salir de nuestros pueblos, la lista es mucho mayor, pero por nombrar algunas de ellas, emblemáticas para los aficionados a la ornitología, baste citar además del Mochuelo, a la Lechuza común, Cernícalo primilla, Alcaudón real,  Carraca, Sisón o la Calandria. El descenso además no parece tener fin, o lo que es peor su fin ira paralelo a la extinción de estas especies.

Mochuelo, en posadero.

  Sorprendía por aquel entonces, la cantidad de jóvenes Mochuelos que acababan su vida atropellados en las carreteras, en su afán por buscar insectos en el asfalto de las mismas, en pleno verano tanto esta especie como el Chotacabras pardo pagaban un alto tributo por su tipo de alimentación y la inexperiencia de los jóvenes que acababan de abandonar sus nidos.  Cierta noche, regresando del campo con un familiar, tuve la mala fortuna de encontrarme en una curva con un Mochuelo, no hubo manera de esquivarlo y paso a engrosar el número de víctimas por atropello, que por aquel entonces eran muchas; aquel familiar me pidió que parase para recoger el cadáver del pequeño búho, no entendí para que lo quería, pero así lo hicimos. Al día siguiente cuando nos volvimos a reunir, me explico que el Mochuelo había servido para darle gusto a un cocido que sirvió para tratar de resolver los problemas de inapetencia de su hijo pequeño, pues según los paisanos de aquella época la carne de esta pequeña rapaz nocturna era un revulsivo contra la inapetencia.
  Habitante de pedreras, huecos en viejas encinas o casas de campo principalmente en estado ruinoso, el pequeño Mochuelo también merece su hueco en este humilde Blog, y sobre todo merecería una mayor atención por parte de las administraciones encargadas de la conservación de la naturaleza, pues como antes mencionaba, sin duda tiene los días contados.  

Pareja de Mochuelos en pedrera de nidificación.