Seguidores

miércoles, 11 de diciembre de 2019

CUADERNO DE CAMPO: PRIMER TERCIO DE LA INVERNADA



  Una vez transcurridos los primeros compases de la invernada, y cuando aún nos encontramos en el periodo otoñal de la misma, es interesante recopilar algunas notas interesantes sobre  grullas y algún apunte digno de mención sobre alguna otra especie en las últimas semanas.
  Las grullas han llegado algo tarde en referencia a años anteriores, pero quizás sea este el patrón más natural de la especie, y lo inusual sea la llegada desde primeros de octubre que se venía produciendo en las últimas décadas. Tampoco el número de aves parece ser excesivamente alto, muchas grullas han permanecido en Francia hasta bien entrado el mes de noviembre, y en el momento presente aún veo grupos de grullas entrando del norte a la Zona Centro de Extremadura.
  Entre las grullas ilustres que he podido ver durante este periodo, destaca el caso de la Lituana “Ramunas”, anillada como adulto en 2015 y equipada con un GPS, se le realizo un seguimiento muy exhaustivo a lo largo de 2015 y 2016, donde se pudo observar la gran querencia que tenía por el entorno del Embalse de Orellana, querencia que persiste en el momento presente, habiendo llegado emparejada pero sin descendencia, a diferencia del año pasado que pude verla acompañada de su pollo.

Foto: "Ramunas", de vuelta a tierras extremeñas.

  Este ave, desde hace algunos años viene arrastrando problemas con las anillas, pues padece importantes dificultades en sus patas, cojeando en la deambulación, a pesar de ello es una luchadora incansable, ha conseguido quitarse algunas de las anillas que tanta información aportaron, pero que seguramente le costaran la vida, pues su aspecto ya es bastante desgastado, tampoco conocemos su edad, en tanto en cuanto fue capturada como adulta.


  Otras cuantas grullas anilladas observadas en estos días son bien conocidas de anteriores invernadas, y vuelven fieles a sus zonas de querencia habituales, entre ellas una de los descendientes de la famosa familia alemana, que siguiendo los pasos de sus padres, campea por aquellas tierras que sus padres le enseñaron en su primer año de vida.
Foto: Descendiente de la famosa familia alemana, tratada en varias entradas del blog.

  Cada vez se ven menos Ánsares comunes invernando en la zona, este año difícilmente habrán pasado de los 1000 ejemplares, y sospecho que finalmente acabaran dejando de invernar en la Zona Centro, parece ser que cada vez lo hacen más en los Países Bajos, pero tampoco habría que descartar como causa probable las cada vez peores condiciones de la Zona Centro, con una fuerte eliminación de arrozales en los últimos años, y además un uso inadecuado de  muchos de los mismos tras la siega, con arados que voltean la tierra y eliminan los recursos para las aves invernantes.
  El aguilucho lagunero de la imagen también ha conseguido sorprenderme por  fidelidad a sus zonas de invernada, el pasado mes de enero ya pude verlo querencioso a unos arrozales cercanos a Madrigalejo, procedente del área donde nació  en Inglaterra, hace pocos días volví a verlo a escasos metros de aquella primera cita, tras haber permanecido los meses de octubre y noviembre en Bélgica (alrededor de 1.500 Kilómetros de la Zona Centro). Definitivamente, las aves migradoras si que llevan un GPS de una precisión increíble.

Foto: Joven macho de Lagunero con marca alar.

  El otoño es tiempo de Dehesas, tras las tardías lluvias otoñales han reverdecido, y las grullas son el complemento ideal para nuestro ecosistema autóctono. La bellota es el recurso insustituible que le da su razón de ser, la actual obsesión por destruir algunas dehesas buscando un rendimiento inmediato a través de la plantación de olivar intensivo es un sinsentido que afecta a nuestro enraizamiento con el paisaje extremeño, ojala y alguna vez se valore la Dehesa como algo único en el mundo, que nos haga sentir orgullosos de lo nuestro.

Foto: El verdadero rey de la Dehesa.

 

sábado, 9 de noviembre de 2019

EL MISTERIO DE LAS ANILLAS EN EL CANAL: UNA HIPOTESIS PARTICULAR

Foto. Restos de la grulla localizados por los Agentes del Medio Natural.

  
  Hace unos días se puso en contacto conmigo el Agente del Medio Natural de la zona, por haber encontrado una misteriosa pata de grulla anillada en una de las compuertas del Canal de las Dehesas. La combinación de colores de las anillas en la pata era Rojo-Azul-Azul, correspondiente a la extremidad izquierda,  ninguna otra anilla, además hasta el momento no se localizo la otra pata del ave que nos hubiese señalado los datos concretos del individuo, ni la anilla metálica que llevan en uno de los tarsos –que también hubiesen sido clarificadores sobre el ave que las porta-, con los datos disponibles poco se podía decir: un ave alemana, que fue anillada en los últimos 3 o 4 años, que es cuando comenzó a utilizarse dicha combinación de país.

Foto: Localización de los restos por Agentes del Medio Natural.


  Discurriendo sobre esta situación, la clave podría estar en las grullas anilladas observadas la pasada invernada en la zona donde se encontró el cadáver, obviamente como hipótesis, en tanto en cuanto sin el juego de anillas completo son meras especulaciones.
  Alrededor de un centenar de grullas anilladas diferentes pude observar la pasada invernada en los alrededores de donde se encontraron los restos de esta grulla. De todas ellas tan solo cinco eran aves que portaban esa combinación de país; por fortuna, las grullas anilladas alemanas cuentan con una herramienta muy efectiva para su seguimiento, se trata de ICORA, un portal online informativo, donde los observadores y anilladores aportan datos sobre sus controles, generándose una base de datos en tiempo real muy dinámica y efectiva.
  Una vez dentro de ICORA, busco los historiales actualizados de las cinco grullas con esa combinación de colores en su pata izquierda de los que tengo constancia que invernaron en la zona la última temporada. La primera sorpresa es que de las cinco, cuatro fueron observadas el pasado mes de Octubre en Alemania, en las concentraciones migratorias que se producen en este país, solamente una de ellas no tenía ninguna observación posterior a las obtenidas en esta zona. Con lo cual el circulo se cerraba.



Foto: Historial de los posibles restos encontrados.

  La segunda sorpresa viene dada por la historia de esa grulla en su posiblemente ultimo año de vida, pues este ave no regreso a Alemania a finales del invierno, permaneció probablemente en Extremadura durante toda la primavera y verano, en concreto en el Embalse de la Serena, zona de Capilla, provincia de Badajoz, donde se encontraba solo, como veraneante y probablemente ya afectado por algún problema físico que le impidió regresar a su zona de origen, dato que refuerza la posible pertenencia de los restos encontrados a esta grulla. Tampoco podemos saber la edad exacta de este ave, ya que fue anillada como adulta, aunque personalmente comprobé que su plumaje estaba ya muy desgastado y añejo.

Foto: Ultima observación de la posible grulla del canal.

  Rojo-Azul-Azul en la pata izquierda, y Azul-Amarillo-Negro, (que es la combinación de esta grulla en cuestión), comienzo a verla en el entorno del canal de las Dehesas entre el 24 de noviembre de 2018 y el 30 de enero de 2019, en el contexto de grupos grandes y aparentemente emparejada.
  En todo caso, el misterio continua, podría darse el caso de que se encontrasen las otras anillas que faltan y no se tratase de este ave, que además  portaba transmisor –que tampoco fue encontrado, aunque probablemente ya lo hubiese perdido antes de su hipotético fallecimiento-. O quizás alguien pueda ver este ave aún viva en el transcurso de los próximos meses….
 

sábado, 24 de agosto de 2019

Aves esteparias en el recuerdo



 
Zona de cultivos cerealistas tras la siega.

  Desde siempre me llamaron poderosamente la atención las aves esteparias, participando desde principios de la década de los noventa del siglo pasado en trabajos de censo y seguimiento de las mismas, principalmente para la Asociación ADENEX, y en algunas ocasiones también para SEO, a lo largo de aquellos años.
  Mi zona de trabajo estuvo siempre ligada al entorno del embalse de Orellana, y desde entonces creo conocer con bastante precisión la evolución de las diferentes especies, gracias a la coordinación que desde 1993 realizo en la campaña de salvamento de aguiluchos, que muchas veces no sólo se limita a estas rapaces sino que abarca otras especies ligadas a los medios esteparios.
  De todos es conocida la precaria situación en la que se encuentran estás aves, derivada de los cambios en el uso del suelo, sobre todo la transformación en regadío de sus hábitats, así como también de otros factores que influyen en este proceso de rarificación: siega mecanizada, variedades cada vez más tempranas de cereal, exceso de cabaña ganadera, uso indiscriminado de productos fitosanitarios, modificación de sus puntos de nidificación, aumento de vallados y tendidos eléctricos inadecuados, eliminación de los barbechos de larga duración… ,todo ello magnificado por el cambio en el clima en los últimos tiempos, con primaveras generalmente poco lluviosas, veranos cada vez más prolongadas, y una ausencia ya casi crónica de otoñada.
  La Administración medioambiental autonómica, lejos de buscar soluciones a la grave problemática de este grupo de especies, deja languidecer las mismas, fomentando la casi extinción de la langosta en las zonas esteparias, acabando con el plancton del cual se alimentan mayoritariamente estas aves.

Hembra de Aguilucho cenizo en posadero.

  El Aguilucho cenizo (Circus pygargus), es la especie cuya evolución mejor conozco, paradójicamente sus poblaciones son las únicas que se han mantenido a nivel global en la zona, principalmente debido a la importante campaña de manejo que realizamos desde hace 25 años. Las colonias se han atomizado en un sector determinado al sur del embalse de Orellana gracias a las mencionadas campañas y sobre todo a un mantenimiento casi milagroso de los usos tradicionales en sus cultivos de secano y ganaderos; desapareciendo la especie prácticamente al norte del río Guadiana donde la masificación de regadíos es total. La población fluctúa en función de los diferentes años y sus condiciones climatológicas, observándose una importante afectación en su productividad derivada de la pluviosidad primaveral con las condiciones inherentes que esta conlleva.  La presión predadora con el gran aumento del Jabalí en la zona, la falta de alimento por las extremadas campañas de eliminación de langosta, el aumento de henificado temprano y el insalvable obstáculo que representa el cambio climático serán los factores con los que habrá de enfrentarse la especie en el futuro, todo ello dando por hecho que seguirán activas las campañas de manejo y salvamento de nidos de la especie, y que se mantendrá inalterado su hábitat actual,  todo ello,  cuando menos dudoso.

Manejo de pollos de Aguilucho cenizo al paso de cosechadora.

  En mis años de adolescente, cuando paseaba en bicicleta por los alrededores de Orellana en primavera, era una gozada ver los vuelos de los aguiluchos en sus interminables campos de cereal, como vigilantes cometas aladas, ya no existen allí, sus territorios de cría fueron mayoritariamente transformados en usos agrícolas e industriales intensivos, el progreso.

Hembra de Cernícalo primilla en vuelo de cernido.

  El Cernícalo primilla (Falco naumanni), sin duda es el ave ligada a medios esteparios con el retroceso más severo, cualquier persona mayor de los pueblos de la zona así lo corrobora cuando rememoran las colonias tan nutridas que existían en los edificios antiguos de sus localidades, donde popularmente eran denominados “micales”, y frecuentemente los pollos y juveniles expoliados de sus nidos eran usados como mascotas.

Mechinales tapados en la Iglesia de Casas de D. Pedro

  El retroceso más importante tuvo lugar entre los años 60 y 80, probablemente derivados del uso de fitosanitarios que mermaron sus presas y afectaron a su reproducción, y también del arreglo de muchos edificios y cubiertas donde ubicaban sus nidos, principalmente mechinales de iglesias.

1997, un lateral del Convento de Monjas, se observan casi todos los mechinales ocupados por primillas.

  Cuando inicio mis trabajos con esta especie a lo largo de los años 90, asisto a un aumento de sus poblaciones, que salían del bache importante que significaron los problemas aludidos anteriormente; en aquella época el entorno del embalse de Orellana contaba con colonias urbanas muy nutridas como la Iglesia de Acedera (con más de 80 parejas) o el convento de monjas de Puebla de Alcocer (superando las 150 parejas), existiendo colonias o al menos parejas dispersas en la mayoría de las localidades, incluyendo áreas de regadío como Vegas Altas. Tampoco eran infrecuentes las colonias en casas y establos de campo, con colonias de hasta 15-20 parejas, muy pocas parejas aún situaban sus nidos en cajas nido de torretas de electricidad.

Iglesia de Acedera, previamente a su remodelación.




  Desgraciadamente no duro mucho aquel momento de bonanza, y pronto comenzó un nuevo declive para la especie, dicha disminución tiene varios motivos, de un lado al norte del Guadiana se implementa el plan de regadíos denominado de las Dehesas, que destruye los hábitats de alimentación de diferentes localidades, afectando de lleno a la colonia enclavada en la Iglesia de Acedera. También muchos edificios en localidades son rehabilitados sin tener en cuenta la presencia del halconcillo (la misma Iglesia de Acedera, o las de Campolugar, Puebla de Alcocer y Casas de D. Pedro), estás reformas no solo afectan a colonias urbanas, pues muchas de las colonias rurales son igualmente destruidas por arreglos de cubiertas hasta desaparecer el primilla.

Cubierta de casa de campo con nidos de Cernícalo primilla.

  El convento de monjas en Puebla de Alcocer, es un caso paradójico pues se mantiene en un estado similar al que tenia en los años noventa, e igualmente su hábitat de alimentación es prácticamente el mismo, sin embargo su población a caído en picado, disminuyendo en más del 80%. Sin duda, la hipótesis más plausible para explicar tan brutal caída aquí, es la eliminación de su principal fuente de alimento: la langosta, tras desproporcionadas campañas de control de sus poblaciones.
  El único factor positivo de estos últimos tiempos es el aumento de parejas que crían en cajas nido situadas en líneas eléctricas, aunque en general no se reemplazan las que ya se encuentran deterioradas, y numéricamente son muy pocas.
  Aquellas primaveras y principios de verano de los años 90, era una delicia acercarse al atardecer al Convento de Monjas en Puebla, y ver el revuelo de cientos de cernícalos sobre las ruinas de aquel edificio, siguiendo con curiosidad sus entradas y salidas en los diferentes nidales y posaderos que lo jalonaban.

1997. Revuelo de primillas al atardecer, en el convento de Monjas en Puebla de Alcocer.

  La Avutarda (Otis tarda), siempre fue el ave emblemática de los medios esteparios, de la que cualquier agricultor, cazador o ganadero te cuentan mil y una anécdotas sobre nidos, costumbres, cacerías u otros matices. En aquellos años 90 existían al menos cuatro áreas de apareamiento (Leks, en el mundillo ornitológico), y cada una de ellas contaba con entre 15 y 20 machos, alrededor de las cuales deambulaban las hembras eligiendo al macho que consideraban más adecuado para procrear. El pasar de los años, hasta el momento presente a permitido conservar esas cuatro áreas de celo, otra cosa es el número de machos que se exhiben en ellas, en todos los casos con cifras inferiores a los 10 ejemplares, y en varios de ellos más próximos a los 5, con reducciones próximas al 50% en la población de dicha especie, cifras inasumibles para la preservación de la “Avetarda” como la denominan los lugareños.

Lek de Avutardas, abril de 1998.

  Peor aún les ha ido como invernantes en la zona, entre las localidades de Acedera y Madrigalejo, se encontraba una de las más importantes zonas de sedimentación invernal, con concentraciones próximas a las 200 aves; números impensables en el momento presente cuando apenas languidecen poco más de medio centenar de estas aves, adaptadas al rastrojo de maíz, girasol y trigo, pero cada vez más  rodeadas de olivares superintensivos que acabaran con el poco hábitat adecuado que las queda.

Lek de Avutardas en la actualidad, rodeado de olivares superintensivos.

  La intensificación agrícola al norte del Guadiana a reducido notablemente la presencia de esta especie, la caza furtiva seguramente no es superior a la existente en décadas precedentes, y al sur del Guadiana el hábitat es prácticamente el mismo, si bien aparecen factores negativos como la proliferación de vallados y tendidos peligrosos, el sobrepastoreo, la siega y el henificado cada vez más tempranas que afectan a un porcentaje importante de sus nidos, el arado de barbechos también elimina nidos de esta especie, y nuevamente la eliminación radical de la langosta aparece como una de las principales motivaciones en la rarefacción de las Avutardas.
  Vienen a mi recuerdo aquellas brumas invernales en los rastrojos de cereal  próximos a Acedera, donde se podían ver varios “rebaños” juntos pero no revueltos, de diferentes especies ocupando el mosaico de parcelas: Avutardas, Grullas y ovejas pastoreando en una misma imagen, cada vez más difícil de repetir.

Macho de Sisón con plumaje nupcial.

  El Sisón (Tetrax tetrax), o “asison” como lo denominan los lugareños, era un ave tan común, que sus concentraciones invernales prácticamente cubrían el cielo cuando alzaban vuelo, con un sonido penetrante de siseo multiplicado por mil, que le sobrecogía a uno en aquellas soledades de Esparragosa de Lares, Acedera, Madrigalejo o Navalvillar de Pela, en rastrojos de cereal que incluían dehesas abiertas. En el momento presente resulta difícil ver grupos que superen los 30 o 40 ejemplares, no siendo raros los que ya ni llegan a la docena.

Pequeño grupo invernal de sisones.

  Hecatombe similar la ocurrida en sus zonas de apareamiento, donde en los años 90, no solo se situaban en áreas esteparias de pastizales y siembras, también en dehesas escasas de arbolado;  era común observarlo, y en densidades impensables en el momento presente, podías realizar estaciones de escucha y controlar 5-6 machos diferentes con sus característicos reclamos. En el presente es una especie extinguida al norte del Embalse de Orellana, como reproductora, y su disminución al sur de dicho embalse ha sido muy notable, en la línea del resto de su área de distribución, con cifras superiores al 70-80%. Las causas de su rarefacción son prácticamente las mismas que en el caso de la Avutarda, la eliminación de barbechos de larga duración de los últimos años, sin duda también ha repercutido en esta evolución.
  Rememorar cierta excursión con amigos alemanes, en abril de 1997, por el cordel serrano, con sus cámaras fotográficas de grandes objetivos; pensaban previamente la dificultad que conllevaría el fotografiar los machos de Sisón en sus actividades nupciales…, la gran sorpresa que se llevaron al comprobar que los había por docenas en el recorrido y que apenas se inmutaban por nuestro paso en el vehículo, ofreciéndoles oportunidades constantes de fotografiarlos. Hace poco volvieron, y su tristeza por el cambio drástico en la densidad que se había producido con los bonitos machos encorbatados, les descorazono.

Gangas Ibéricas en barbechos.

  El nombre vernáculo que se las da genéricamente en la zona es “cortezas”, se refiere indistintamente a la Ganga Ibérica (Pterocles alchata) y Ganga Ortega (Pterocles orientalis), algo habituales al sur del embalse de Orellana, aunque con poblaciones ya relictas al norte del mismo. En el caso de la Ortega, la disminución de su área de distribución es más pronunciado, pues hasta hace poco era frecuente en las zonas de cultivos cerealisticos de Orellana la Vieja, Acedera, Navalvillar de Pela o Madrigalejo, resultando ya muy escasa en dichas zonas. También al sur del embalse se verifica disminución de esta esteparia, en tanto en cuanto parece que la Ganga Ibérica se mantiene algo más estable.

Grupo de Ortegas al atardecer en dirección a bebedero.

  A finales de los años noventa, tenía localizado un bebedero de la especie en el río Zújar, donde todas las tardes bajaban a beber decenas de Gangas y Ortegas, en un carrusel inacabable de pequeños grupos de tan hermosas aves, paulatinamente fueron disminuyendo y en el momento presente ya no existe aquel bebedero, y los que aún existen son de un volumen mucho menor.
  La Carraca (Coracias garrulus), es una especie muy conocida por los lugareños en la zona, si bien no la conozco nombre vernáculo, algunos ganaderos y agricultores la denominan el pájaro azul por razones obvias.

Carraca en posadero.

  Mi hipótesis acerca de su disminución tiene una triple vertiente: la eliminación de la langosta, los arreglos en las viejas casas de campo donde situaban sus nidos, y los atropellos en carretera. Otros factores seguramente tendrán peso en su actual situación de escasez.
  Al norte del Guadiana existe un aparente vacio de la especie hasta llegar a las inmediaciones del Embalse de Sierra Brava, situación sobrevenida en los últimos años, pues hasta hace poco era común observarlo entre las localidades de Acedera y Madrigalejo, ligadas a zonas con casas en ruina. Al sur del embalse de Orellana, actualmente,  solo conozco su reproducción en cajas nido, con un cierto mantenimiento estos últimos años. Hace 15-20 años conocía en la zona varios nidos en cortijos y casas en ruina de la zona, incluso en colonias de Cernícalo primilla, hoy en día ya desaparecidos.
  Recuerdos imborrables de Carraca son los que nos ofrecían por su abundancia en las viejas casas de la finca del Palazuelo, junto a la carretera que partiendo de la N-430 se dirige a Madrigalejo, donde era habitual verlas posadas en las torres de electricidad a lo largo del verano, y podías sumar fácilmente en el trayecto 4 o 5 de estas bonitas aves.
  Otras muchas aves ligadas a los hábitats esteparios, como alcaravanes, calandrias, terreras, cogujadas o collalbas rubias  me traen recuerdos de mejores tiempos para su evolución y observación en el entorno de Orellana, pero prefiero no alargarme y de momento lo dejaré para una segunda entrada.
 
 
 
    
 
 
 

sábado, 12 de enero de 2019

Herederos





  Transcurrido el ecuador de la invernada de grullas, y sacudiéndome la pereza, desde hace algunos días quería ponerme delante del ordenador a escribir sobre tan insigne especie y los campos que la cobijan; el titulo de la entrada me lo proporcionan en bandeja de plata un par de aves anilladas que he podido ver en los últimos días y que me han traído recuerdos de la añorada pareja de grullas alemanas que tantos ratos buenos me proporcionaron, observándolas  estos últimos inviernos, recordad que el año pasado el macho superviviente ya apenas podía sujetarse sobre sus patas debido a los tumores que tenía en ambas tibias probablemente producidos por sus anillas. A partir de aquellas últimas citas no se han tenido más observaciones de este ave, y por su condición física lo más probable es que falleciese durante el viaje de vuelta al norte. Al menos queda su prole, que fiel a su cita con la tierra extremeña que les vio pasear junto a sus padres en temprana juventud, vuelven cada año a recorrer esos campos heredados. Ya llegan con sus respectivas parejas y seguramente en el futuro ellos mostraran a sus descendientes las mismas tierras que conocieron.

Descendiente de la familia alemana. En la presente invernada.

Descendiente de la familia alemana, la presente invernada.




     
Familia alemana con los ejemplares anteriores en su primer año. Noviembre 2016

  Desafortunadamente no corren buenos tiempos para la especie, y esos campos heredados, en los cuales convivían hombres y grullas, cada vez están más cercenados, el olivar intensivo y superintensivo se extiende como una mancha de aceite sobre su territorio de campeo, esta mañana estuve observando la gran extensión de arbolitos que están poniendo en los Bodonales de Acedera (parece ser que alrededor de 700 hectáreas), apenas hace dos inviernos era un hervidero de grullas, pero también en esas dehesas se reproducían Elanios azules, Águilas calzadas, Aguiluchos cenizos, Cigüeñas blancas, Búhos reales…, buscaba alimento el Águila perdicera y la Cigüeña negra entre otras especies; por todo ello, este sector fue declarado Reserva Biológica por parte de Adenex en los años 90. No hubo misericordia y la única dehesa de entidad que se encontraba en la parte central de la Zona Centro quedo cercenada de manera brutal.

Bodonal de Acedera, en enero de 2019

  La ZEPA de Moheda Alta no corre mejor suerte, a pesar de estar protegida por normativas europeas,  la mancha de aceite sigue su curso hasta abarcar un alto porcentaje de la misma, como se puede ver en el mapa adjunto, cada año el color rojo va ganando terreno, y las expectativas a pesar de la fuerte bajada en los precios de la aceituna son altas por convertir todo en un monocultivo que al final solo beneficiara a unos pocos.


  La Administración mira para otro lado, tras gastarse mucho dinero público en realizar instalaciones como observatorios de grullas, alojamientos, centro de interpretación de la especie…, y tener todas las facilidades del mundo en la puesta en funcionamiento de comederos; su desidia y desinterés han provocado esta situación, en la que paradójicamente el sitio menos indicado para ver grullas es donde se situaba su paraíso. En otras zonas de España y Europa se recuperan lagunas, se preparan comederos, se trata bien a la especie y sin duda el futuro premiara con creces estos desvelos, aquí como ocurre con el tren, llegaremos tarde, y en esta ocasión no podremos echar la culpa a los raíles, porque teníamos los mejores.
  En fin, no me quiero explayar en un tema que para mí es lacerante, tomare el camino de disfrutar de la especie, y haré algunas apreciaciones sobre aves anilladas que a lo largo del otoño tuve la fortuna de ir viendo. La grulla alemana de la fotografía es un caso interesante, pues tras pasar en soledad como veraneante todo el año en tierras extremeñas de la Siberia, se observo en compañía de sus congéneres en unos concurridos maizales.

Grulla veraneante, observada el pasado otoño.

  Dificultoso resulta el control de las grullas anilladas en Polonia estos últimos años, con combinaciones alfanuméricas, también pude ver y fotografiar una de ellas a escasa distancia,  su historial es poco menos que desolador, pues pocas opciones tienen de lectura salvo a corta distancia.

Grulla polaca con anilla alfanumérica.

  Otro caso complicado ocurrió con el ave anillada de la fotografía, de origen finlandés, que presentaba perdida la anilla superior izquierda, observándose un color verde cuya combinación era inexistente, citada previamente en Gallocanta.


  También pude controlar un joven macho de Aguilucho lagunero con marcas alares, en una actitud que suele ser habitual en la especie: como carroñera, en esta ocasión sobre los restos de una grulla. Realizadas las averiguaciones pertinentes, se trata de un ave nacida en Inglaterra, junto a su costa oeste que también ha realizado un importante esfuerzo migratorio, en este caso seguramente en soledad. Coincide esta cita, con el inicio en la ocupación de sus territorios habituales de cría de los laguneros autóctonos de la zona.