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miércoles, 11 de julio de 2012

La ruina de los aguiluchos



   Hace pocos días, se presento en nuestra labor de ayuda a los aguiluchos, la oportunidad de tomar la imagen que da pie a esta entrada, y que representaba una alegoría totalmente descriptiva de la situación que han vivido los aguiluchos cenizos y el resto de aves esteparias la pasada primavera, una realidad bastante próxima a lo que indica la palabra "ruina" y que en forma de vieja casa derrumbada sustentaba tan magníficos jóvenes de cenizo.
  La mayor sequía invernal de los últimos 70 años, con unas siembras casi inexistentes, marchitadas prematuramente, unos pastizales que eran poco menos que explanadas carentes de vegetación, ofrecían un espectáculo poco gratificante a los aguiluchos en su llegada a nuestras tierras. Las lluvias de primavera, demasiado tardías para buena parte de los cultivos de cereal, cuando menos trajeron frescor y un aumento de cobertura que invitaba, fuera de tiempo y sin garantías de éxito, a iniciar sus labores reproductivas en algunas avenas.
  El resto es fácilmente imaginable: falta de alimento en los campos, altas temperaturas en mayo y una terrible ola de calor a finales de junio, todo ello condimentado con un aprovechamiento hasta el límite de los recursos por parte de ganaderos y agricultores; un nivel de predación brutal,  con verdaderas oleadas de Milanos negros y Cigüeñas blancas "pastoreando" pastizales y siembras, un notable aumento en las dehesas circundantes de la población de Águila calzada...en resumidas cuentas, la ley de la naturaleza en su máxima expresión, los duros campos de la Siberia y la Serena mostrando su rostro menos bucólico,  a fin de cuentas la lucha por la vida es lo que toca en las especies salvajes.
  Pocos jóvenes aguiluchos llegaran este año procedentes de nuestras tierras a sus zonas de invernada, pero seguramente los que consigan hacerlo,  lo harán con un plus de resistencia al haber superado la dura prueba de salir adelante en condiciones tan adversas. Igual o peor situación han vivido los Sisones, cuyos machos buscaban cualquier resquicio,  pequeña mancha de vegetación para lucir sus galas nupciales, como se puede ver en la otra imagen, donde aparece un bonito macho en mitad de una repoblación forestal.


  Entre las pocas sorpresas agradables que nos han deparado los llanos y siembras esta pasada primavera, destaca la localización de una pareja de Aguilucho pálido reproduciéndose en un campo de avena, y por fortuna sacando adelante dos jóvenes de esta especie, la más escasa de los tres aguiluchos que se reproducen en Extremadura, y que paradojas de la naturaleza compartía territorio con una cercana pareja de laguneros y otra de cenizos.

  Me alejo de la vieja ruina, en el suave atardecer rojizo que apaga cada día los llanos esteparios próximos al embalse de Orellana, acompañado de una orquesta de Chicharras persistentes  reflexionando sobre la mala situación que atraviesa nuestra avifauna esteparia, las vicisitudes naturales que sufren con mayor rigor que otras, y encima de todo ello el poco interés que despierta la necesidad de su conservación; ¡tal vez el año que viene pinte mejor...!

                             

martes, 13 de marzo de 2012

Observación de grullas anilladas. Invernada 2011-2012. Manuel Gómez Calzado y José Antonio Román Álvarez

El seguimiento de grullas anilladas la pasada invernada ha dado como resultado un total de 232 controles correspondientes a 125 grullas diferentes. De todas ellas, tan solo 14 eran jóvenes de año, mayoritariamente alemanes (8).

La distribución por países de procedencia fue la siguiente:




De las 111 grullas adultas y subadultas observadas la presente temporada, 44 (40%) fueron controladas en invernadas precedentes. El ejemplar alemán con Azul largo en la tibia izquierda y Am-N-V en tibia derecha, con alrededor de 13 años fue el individuo con mayor edad conocida de los observados en esta temporada, encontrándose emparejado pero ya sin descendencia, se adjunta fotografía.


Por núcleos de invernada, y en primera observación, su reparto fue el siguiente:

-Zona Centro, núcleo Navalvillar de Pela…………….…………………………47 grullas diferentes

-Zona Centro, núcleo Embalse de Orellana……………………………………. 4 grullas diferentes

-Zona Centro, núcleo Valdehornillos……………………….…………………….55 grullas diferentes

-Alange, núcleo de Guareña-Palomas…………………………………….……… 8 grullas diferentes

-Azuaga, núcleo de Higuera de Llerena………………………………………….. 8 grullas diferentes

-Badajoz Norte, núcleo de Esparragalejo…………………….………………... 3 grullas diferentes



Los movimientos constatados entre los diferentes núcleos de invernada, indican básicamente una gran estabilidad en sus poblaciones, con escasos movimientos entre los 3 núcleos visitados de la Zona Centro, mucho mayor entre los núcleos de Navalvillar de Pela con Embalse de Orellana, donde 5 aves que iniciaron la invernada en el primero, posteriormente y en el periodo central se establecieron en el segundo. Paradójicamente entre Navalvillar de Pela y Valdehornillos, apenas se constata trasvase de un solo ejemplar anillado y también de la Grulla canadiense que es observada en ambos núcleos mayores.

Analizada la información de la pasada invernada con datos previos, se observa que no pocas aves anilladas que en años precedentes pasaban el invierno en el núcleo de Navalvillar de Pela, últimamente vienen siendo controladas en el núcleo Valdehornillos; coincidiendo con una mejor conservación del hábitat de alimentación en el mismo.


Colaboradores: Anabel Moreno Fernández, Antonio Torrijos, Felipe Rosado, Fernando Yuste Ruíz, Víctor Manuel Quintana, Ángel Nubla Vicuña y Miguel Gómez Guarín.

martes, 28 de febrero de 2012

Tiempo de despedidas




Atravesaban el cielo ruidosamente, algunos grupos de manera directa, otros cicleaban constantemente, tomando mayor altitud para un tiempo después dirigirse decididamente hacia las sierras de las Villuercas; esto ocurría hasta el mediodía, a partir de ese momento algunos de esos grupos se decidían aterrizar en los campos de la zona, tal vez posponiendo su decisión de iniciar el primer asalto de importancia a la ruta migratoria del viaje prenupcial, para el día siguiente.

Año tras año, se repite la misma pauta por estas fechas, no creo que haya en Europa ninguna especie alada con un paso tan pronunciado y llamativo, algo similar pasa con el Ánsar común pero este ultimo quizá más prolongado en el tiempo, aunque, eso sí, igualmente de ruidosos y vocingleros.

Unos días, a lo sumo alguna semana, y todo quedara vacio de grullas hasta el próximo otoño. Como todas las invernadas con sus claroscuros, aunque la pauta más importante quedo marcada por la extremada sequia en todo el periodo, unos campos agostados prematuramente y como remate final, una prolongada ola de frío siberiano, para “achicharrar” definitivamente siembras y pastizales.

Pocos días antes, pasando por el territorio de “Picoroto”, nombre que espontanea y acertadamente le puso uno de mis acompañantes nada más comprobar la deformidad en su pico, volví a verla. Como en las ocasiones anteriores se encontraba alrededor de la misma encina, comiendo sobre todo brotes de cereal, obviamente las ricas bellotas ya estarían agotadas tras una estancia tan prolongada; el grupo estaba compuesto por los seis ejemplares adultos (supongo que los mismos) que a lo largo de todas las visitas visualizamos. “Picoroto” siempre acompañada de su pareja, y no muy lejos de las otras cuatro.

Al parar el coche, y como suele ser habitual, comenzaron a alejarse, elegantemente, dándonos la espalda, la más rezagada y remolona de ellas era precisamente “Picoroto”, que en un último gesto, antes de marcharnos se giro hacia nosotros, permaneciendo un buen rato en esa postura, momento que aproveche para fotografiarla, aquel gesto entrañaba para mí una despedida, pues su mágico viaje de ida estaba a la vuelta de la esquina.

Ojala que cuando vuelvan las grullas, encuentren un paisaje verde y acogedor, ojala que con una buena cosecha de bellotas y abundantes rastrojos de cereal, ojala el paraíso que siempre significo Extremadura para ellas perdure. ¡¡¡Buen viaje amigas!!!.




miércoles, 15 de febrero de 2012

Barbacoa improvisada



Las últimas semanas asistimos a la segunda parte del festival de quemas en la Zona Centro, tras el otoño brutalmente pirómano que sufrimos los pasados meses, y al hilo de un invierno extremadamente seco, se vuelven a reproducir las quemas en cunetas, arroyos, acequias, desagües…, y todo aquello que los agricultores consideren a su libre albedrio digno de sufrir su llama purificadora. Todo ello de manera alevosa y aparentemente descontrolada.

Me vienen a la cabeza la multitud de formas de vida que esta equivocadamente “ancestral” (y digo equivocada porque al contrario de lo que muchos piensan, no fue una labor agrícola que usasen nuestros antepasados por simples razones de sentido común, que ahora necesitaríamos en grandes dosis); anfibios, mamíferos, aves…, todos ellos sufren grandes alteraciones en su forma de vivir, de buscar cobijo y alimento. Y muchos de ellos, por cuestión de imposibilidad en la huida, acabaran pagando con su propia vida.

Los rastrojos de arroz, tampoco se salvan de las quemas mencionadas, y es aquí donde los pasados días asistí a un hecho un tanto insólito para mí, por cuanto nunca lo había visto antes, y que sin duda habla de la capacidad de adaptación de las diferentes especies que habitan nuestros campos.

Mientras ardían los rastrojos, comenzaron a acudir Cigüeñas blancas al campo chamuscado, recalentado y humeante…en llamas; muchas de ellas, que envueltas en humo y esquivando las lenguas de fuego buscaban ansiosamente los abundantes anfibios agonizantes, retostados y sin escapatoria posible, que iban encontrando en buena cantidad, en aquel campo ennegrecido.

Su paso se mostraba rápido y fuerte, evitando con el mismo la entrada de oxigeno entre sus pies y las brasas que llevaría a las consiguientes quemaduras, algo similar a lo que tantas veces hemos visto en televisión con las fiestas de “San Juan” en San Pedro Manrique (Soria), donde personas descalzas atraviesan a pie una lamina de brasas, normalmente cargando a la espalda a otra persona. De vez en cuando ejecutaban cortos vuelos para caer en otro punto del arrozal, y también con no poca frecuencia salían al cercano camino huyendo momentáneamente de las altas temperaturas.

Superar el temor ancestral al fuego de todos los seres vivos, más aún los salvajes, aprovechar el nuevo recurso, ¡supervivencia en estado puro!.

jueves, 9 de febrero de 2012

Techentin



Techentin es una pequeña localidad del norte de Alemania, en el estado de Mecklemburgo-Pomerania Occidental, a mitad de camino entre Berlín y Hamburgo, situada próxima al mar Báltico y Dinamarca; 2.100 kms. de distancia separan la mencionada localidad y la cacereña de Madrigalejo, que es el recorrido habitual de la grulla que aparece en las imagenes tomadas la pasada semana, tibia izquierda Azul-Negro-Azul y tibia derecha Amarillo-Negro-Blanco.

En Techentin, el 21 de junio de 2.004, siendo pollo fue anillado en compañía de su hermano, ambos también equipados con un transmisor de frecuencias. Aquella misma invernada 2.004-2.005 se observaron con mucha asiduidad en arrozales junto a la carretera entre Obando y Guadalupe, siempre acompañadas de sus padres y casi siempre solitarias, conformando un claro grupo familiar territorial en invierno.

A lo largo de casi todas las invernadas entre la fecha de su nacimiento y la actual, ha venido apareciendo fiel a su cita con tierras de la Zona Centro de Extremadura, salvo dos inviernos correspondientes a su tercer y cuarto año, periodo en el que seguramente anduvo seleccionando pareja, permaneciendo ambos años en la misma Alemania y en Francia, en un periodo de madurez que les hace deambular “comparando zonas de invernada”, ante las cuales sin duda la climatología, la variedad de recursos, y la relativa tranquilidad de nuestra región se impondría.

Hace al menos un par de años ya solo ha sido posible controlarla a través de citas visuales tras la pérdida del transmisor que portaba con un arnés a su espalda. Tanto el invierno pasado, como el presente, correspondientes a su sexto y séptimo año de vida, han venido acompañados de sus propios pollos, uno cada año, como se puede ver en la imagen de este año.

Es habitual el regreso de las grullas a las zonas donde pasaron su primer invierno, siguiendo el aprendizaje que adquirieron con sus padres, a veces y sorprendentemente con exactitud precisa, casi milimétrica. Tampoco es inusual que cuando llega su edad reproductora convivan con sus pollos en las zonas que pasaron su primer invierno, enseñando a su prole aquello que un día ellos aprendieron acompañados de sus progenitores.

sábado, 4 de febrero de 2012

Alimentación complementaria



Estos últimos días, realizando mis habituales recorridos de seguimiento a grullas, me estoy encontrando con la imagen que aparece en las fotos, las grullas comiendo en el pienso del ganado vacuno, y además en buen número. Inmediatamente las vi, me llego a la cabeza una frase con doble sentido: “ya están las grullas haciendo amigos”, por un lado una aparentemente disparatada compañía, las vacas, las cuales por cierto no daban mayor importancia a las nuevas comensales de su banquete, ignorando su presencia, y por otro lado, supuse lo entrañable que le parecería al vaquero semejante imagen bucólica.

En anteriores invernadas había visto acercarse grullas, a nivel familiar, a las inmediaciones de alguna cerca con vacas, y supuse que no debía ser algo inusual en su ruta migratoria o tal vez en sus áreas de reproducción. En todo caso, no deja de sorprender la plasticidad de estas aves en cuanto a recursos para subsistir, sin duda una de las claves de su éxito en un continente extremadamente humanizado como el nuestro.

Las grullas ya preparan sus “maletas”, llenan su cuerpo de energía con todo lo que pueda aportársela, igual entran en la montanera más recóndita que en una siembra tardía, apuran las ultimas rastrojeras de maíz y arroz, aprovechando el poco grano que va quedando y los brotes que han ido surgiendo tras la germinación de muchas semillas, revisan los campos recién arados, los rastrojos de arroz quemados, un poco por toda parte. Comenta algún ganadero de la zona, en cierto tono sarcástico, pero no exento de verdad…”mira que gordas y relucientes se las mandamos de vuelta a los países del norte”.

Reservan esa energía para el cercano viaje, febrero es el mes en que muchos de los jóvenes empiezan a independizarse, comienzan a verse al margen de sus progenitores, otros muchos lo harán a lo largo del camino, en Gallocanta donde ya aterrizaran muchos jóvenes independizados (por cierto que allí celebran este fin de semana el “Festival de Grullas”, desde aquí mi más efusiva felicitación), y los pocos que queden tendrán que iniciar su singladura post-familiar antes de la llegada a sus países de origen.

En febrero las grullas están más remolonas para alzar el vuelo ante la presencia humana, como si al momento de tener que marcharse, hubiesen tomado esa confianza que las da los cuatro meses que llevan entre nosotros. La respuesta más plausible a este hecho, es que ahora tienen que ahorrar el máximo de fuerzas para su viaje, acumular con esa “alimentación complementaria” el combustible necesario no solo para el trayecto, sino también para la inmediata aventura de la procreación, que sin mayor pérdida de tiempo iniciaran a la llegada a sus destinos.

martes, 17 de enero de 2012

Lección de supervivencia


El pasado día 6, con una climatología fría y neblinosa, decidí dar una vuelta por un área grullera cercana a la localidad de Casas de Don Pedro, donde el ambiente que vive la especie es típicamente tradicional pues su vida se desarrolla entre dehesas, siembras de cereal en secano y posíos tanto arbolados como desarbolados, algo retirado del ajetreo de los campos de regadío, donde todo puede cambiar de un día para otro.

Acompañado de dos amigos de gallocanta: Felipe y Antonio, y con mi hijo Miguel realizamos fructíferos recorridos, observando las aves en un ambiente relativamente tranquilo, todo ello a pesar de que se trataba del último día de la temporada de caza.

A media jornada decidimos dirigirnos al cercano pueblo para comer, y en un último vistazo antes de salir a la carretera localizamos un grupo de 4 grullas, de las cuales una de ellas portaba anillas alemanas, como se puede ver en la imagen.

Una vez leída la combinación, nos llama poderosamente la atención una clara malformación que manifiesta en el pico, en aquel momento recuerdo al “pájaro loco” de los dibujos animados de hace ya unos añitos. Comento con Felipe las posibles causas de tal defecto, ¿algún tumor? –aunque estos suelen ser más frecuentes en las tibias y la cabeza de las grullas-, ¿algún accidente?, algo congénito? (cosa que posteriormente descarto al leer su historial que no refleja nada al respecto).

Dándole vueltas a la cabeza, finalmente saco la conclusión de que su pico destrozado de esa manera, tiene un claro causante: el hombre. Observando detenidamente se comprueba que la deformación del pico no aparece desde la base del mismo, sino desde unos centímetros por debajo de su nacimiento, encorvándose igual y desde el mismo punto tanto hacia arriba como abajo. Posible causa de semejante barbaridad, un cepo o una ballesta que el ave encuentra en su camino con algún cebo goloso para ella, quizá buscando otra víctima, quizá buscando un castigo ejemplar por su necesidad de comer para sobrevivir.

La persona que lo hizo, tal vez no sabía que el ave tiene 4 años, que procede del área de Brandeburg en Alemania, y que todos los años pasa su invierno en España, tampoco le importara mucho y no le debieron explicar bien en su niñez el respeto por lo que nos rodea. En todo caso ver como esa grulla, a pesar del daño terrible que le infligió, sigue comiendo bellotas, semillas y bulbos, sobreviviendo y disfrutando de nuestra magnifica tierra y sus dehesas, seguro que le daría una lección de lo que es luchar por vivir, de solidaridad con el resto de sus compañeras, cuando vigila para que no nos acerquemos demasiado y de dignidad porque ella no hará ningún daño gratuito a nada ni nadie.

Espero que el futuro me depare más encuentros con ella, no tanto por volver a ver sus anillas sino por comprobar que sobrevivió a una situación tan adversa.