A lo largo de los últimos 20 años, por compromiso en la campaña de conservación de Aguiluchos en la zona norte de la Serena, pero sobre todo por un especial afecto hacia las esteparias; estoy especialmente sensibilizado en su conservación, habiendo invertido muchos esfuerzos en la creación de varias decenas de reservas temporales para su protección.
Miles de kilómetros recorridos por esas interminables carreteras y caminos polvorientos, en las llanuras de la zona, me han permitido comprobar los muchos problemas que por acción humana enfrentan estas aves: siega mecanizada desajustada a los tiempos en que se reproducen en los campos de cereal, tendidos eléctricos, vallados inadecuados, caza furtiva, uso de pesticidas…y cada vez con mayor incidencia, los atropellos.
El Aguilucho cenizo sufre frecuentes bajas sobre todo en los primeros vuelos de los jóvenes cuando las colonias están en las inmediaciones de carreteras, tampoco son inhabituales los atropellos de adultos, sobre todo con camiones de galibo alto, con los que a veces no pueden ajustar su típico vuelo bajo velero de prospección.
El Sison común durante el celo, en el fragor de su afán reproductor, igualmente sufre bajas por atropello, y en algunas ocasiones e visto como con tendencia “suicida” despliegan sus dotes galanas sobre el asfalto, es de suponer que muchos conductores totalmente desconocedores de esta situación…se los llevaran por delante, prueba de ello son los cadáveres que se pueden encontrar sobre todo en primavera.
Algunos Alcaravanes, y sobre todo muchas Perdices rojas, mueren por el tráfico rodado en las carreteras de la zona; estas últimas por su tendencia a reproducirse en cunetas y cercanías de las mismas, tal vez buscando protección de predadores al final encuentran un peligro mayor.
La novedad esta primavera, aparece en la foto, y es la muerte de al menos dos pollos de Avutarda atropellados en diferentes fincas de la zona, ambos con aproximadamente un mes de edad, que cometieron la imprudencia de buscar alimento tras su madre en las proximidades de una cuneta. La cifra no es ninguna tontería, teniendo en cuenta que en este sector se reproducen unas 15-20 hembras, y obviando la hipótesis de que no sean los únicos, estaríamos hablando del 10-15% del total de éxito reproductor en la zona.
Tal vez seria adecuado establecer algún tipo de señalización que indicase este peligro y problema, no solo de cara a las aves, igualmente en prevención de efectos sobre las personas, como se hace en otras zonas linceras, con anfibios, ciervos…al menos que no quede por falta de información.
Miles de kilómetros recorridos por esas interminables carreteras y caminos polvorientos, en las llanuras de la zona, me han permitido comprobar los muchos problemas que por acción humana enfrentan estas aves: siega mecanizada desajustada a los tiempos en que se reproducen en los campos de cereal, tendidos eléctricos, vallados inadecuados, caza furtiva, uso de pesticidas…y cada vez con mayor incidencia, los atropellos.
El Aguilucho cenizo sufre frecuentes bajas sobre todo en los primeros vuelos de los jóvenes cuando las colonias están en las inmediaciones de carreteras, tampoco son inhabituales los atropellos de adultos, sobre todo con camiones de galibo alto, con los que a veces no pueden ajustar su típico vuelo bajo velero de prospección.
El Sison común durante el celo, en el fragor de su afán reproductor, igualmente sufre bajas por atropello, y en algunas ocasiones e visto como con tendencia “suicida” despliegan sus dotes galanas sobre el asfalto, es de suponer que muchos conductores totalmente desconocedores de esta situación…se los llevaran por delante, prueba de ello son los cadáveres que se pueden encontrar sobre todo en primavera.
Algunos Alcaravanes, y sobre todo muchas Perdices rojas, mueren por el tráfico rodado en las carreteras de la zona; estas últimas por su tendencia a reproducirse en cunetas y cercanías de las mismas, tal vez buscando protección de predadores al final encuentran un peligro mayor.
La novedad esta primavera, aparece en la foto, y es la muerte de al menos dos pollos de Avutarda atropellados en diferentes fincas de la zona, ambos con aproximadamente un mes de edad, que cometieron la imprudencia de buscar alimento tras su madre en las proximidades de una cuneta. La cifra no es ninguna tontería, teniendo en cuenta que en este sector se reproducen unas 15-20 hembras, y obviando la hipótesis de que no sean los únicos, estaríamos hablando del 10-15% del total de éxito reproductor en la zona.
Tal vez seria adecuado establecer algún tipo de señalización que indicase este peligro y problema, no solo de cara a las aves, igualmente en prevención de efectos sobre las personas, como se hace en otras zonas linceras, con anfibios, ciervos…al menos que no quede por falta de información.
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