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viernes, 8 de enero de 2021

VILJA Y OTRAS HISTORIAS DE GRULLAS

Me fascinan los días invernales extremadamente desapacibles, en los que se conjugan varios fenómenos meteorológicos que evitan que mucha gente salga al campo: niebla, frio, lluvia, viento…; esos días encuentras momentos en los que parece que las grullas lo inundan todo y no existe nada que se interponga a su quehacer diario, sus comunicaciones entre diferentes grupos familiares, sus relaciones sociales, el aprendizaje de los jóvenes. Uno de esos días, conocí a Viljandimaa (“Vilja” para los amigos); una grulla de Estonia en su segundo año de vida que porta transmisor GPS, a la que por consiguiente se hace un seguimiento exhaustivo de su actividad. Su primer año de vida la llevo a conocer tierras norteafricanas tras atravesar desde Hungría la Península Italiana, para posteriormente recalar en tierras cordobesas y tras hacer escalas en Gallocanta y Suiza, volver a su país de origen.
Este otoño llego a la Zona Centro tras pasar por Hortobágy (Hungría) y tomar directamente la ruta occidental a través de Francia. Indagando en sus movimientos por la Zona Centro, me sorprende la gran variedad de ambientes donde busca alimento: rastrojeras de arroz, maíz, girasol y cereal en secano, dehesas con siembra y en posío, pastizales y siembras desarboladas, prácticamente no dejo de visitar y pastorear ninguna zona donde pudiese encontrar alimento. Sin duda dentro del contexto de esos grandes grupos trashumantes que aprovechan las grandes fuentes de recursos de manera aparentemente anárquica como se puede ver en el plano adjunto.
El 15% de todas las grullas anilladas que he observado hasta el momento en la presente invernada son polacas de tipo alfanumérico, y la mitad de ellas pollos de año, teniendo en cuenta que un porcentaje importante de intentos de lectura con este sistema fracasa por cuestiones de visibilidad o lejanía, da idea sobre la importancia que tiene la Zona Centro para las grullas polacas, y la pérdida de información que supone un sistema de marcaje inadecuado, como diríamos “hablando en plata”, lastima de sacrificio para la especie por la poca rentabilidad que deben obtener de estas grullas comparativamente con la información que aportarían anillas con combinaciones de colores.
Hace menos de un año escribí en este blog una entrada titulada “Vallados y grullas: lazo mortal”, por desgracia hace pocos días pudimos asistir a otro caso de grulla afectada por tan mortal accidente. En este caso poco pudimos hacer por ella, salvo liberarla de tan horrible tormento y ver como agonizaba tras las graves heridas producidas por el accidente. Tenía el ala derecha literalmente destrozada de intentar zafarse del lazo y friccionarla contra el vallado de espinos, la pata aprisionada descoyuntada y en el pie una grave herida sangrante producida por las puas de los alambres que la aprisionaban seguramente desde muchas horas atrás. Nuevamente desde aquí hacemos una llamada al sentido común de nuestros gobernantes (¿¿existe esto??), para reemplazar este tipo de vallados en nuestros campos, por otros menos perjudiciales para la fauna.
Como no quiero terminar esta primera entrada con el mal sabor de boca que nos dejan los accidentes de grullas, quiero resaltar el encuentro tan multitudinario de moritos que tuvimos hace unos días en la zona de Yelbes, que no creo que bajase de los 500 ejemplares, y que se alimentaban en compañía de grullas en unos rastrojos de maíz. En todo caso Feliz Año nuevo a todos los visitantes de “Grullas veo”, y que el nuevo año nos regale felicidad en forma de contacto con la naturaleza.

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