A punto de finalizar la invernada, parece que
todo el mundo plantea lo atípico del comportamiento de las grullas en la Zona
Centro, con una notable disminución de efectivos en la segunda mitad del
periodo, que en algunas zonas a llegado a ser muy acentuado, de momento el paso
migratorio no ha permitido recuperar estas poblaciones, lo que indica que no
quedan muchos recursos para ello.
La llegada masiva de aves desde primeros de
octubre, trajo consigo un aprovechamiento elevado de siembras de cereal, rastrojeras de arroz y maíz, desde un momento
excesivamente temprano. No quedan lejos aquellos años en que las grullas
arribaban masivamente a partir de los Santos (primeros de noviembre), fechas que tenían muy
presentes los agricultores y además
estaban marcadas en el saber popular. Hoy en día, disponen de rastrojeras de
arroz y maíz desde finales de septiembre, y este factor seguro que influye en
tales circunstancias.
El buen tiempo otoñal ha permitido los
trabajos agrícolas sin contratiempos, con fangeados en todas las parcelas
adecuadas, arado de rastrojeras de maíz, gente en el campo constantemente y
cazadores a sus anchas en cualquier rincón. Las grullas estuvieron más
nerviosas de lo habitual desde el principio, y al final, la trashumancia
invernal de aves que pasan de los regadíos a los encinares fue mucho más
intensa que en las anteriores temporadas.
Van quedando cada vez menos encinares en el
entorno inmediato del regadío, devorados por el arado, magnificas manchas en Las
Rañas de Pela, la cola del embalse de Cubilar o en la Vega de Zarzalejo han
pasado a ser historia en los últimos tiempos; y no solo eso, por todas partes
se observa un cambio de cultivos poco beneficioso para la especie, aquí y allá
nuevos olivares y frutales. Finalmente se van cumpliendo las previsiones que
hace 20 años nos hacíamos dentro del colectivo naturalista: “el aprovechamiento
de los regadíos por parte de las grullas, es pan para hoy y hambre para mañana,
pues estos cultivos están supeditados a los vaivenes del mercado, y en el
futuro los encinares estarán hipotecados
por la vorágine agrícola”. Una espiral
sin solución, a mayor cantidad de regadíos, menores precios, y más cambios en
los mismos…ni las grullas ni ninguna otra especie se puede adaptar en tan corto
espacio de tiempo a semejantes alteraciones en su hábitat.

Algunas de las grullas anilladas observadas
en aquella primera fase de la invernada, han vuelto a reubicarse en encinares
más o menos lejos de la Zona Centro, en la Siberia, la Serena, Campo Arañuelo,
y seguramente por el sur de la provincia. Nuevamente y como ya se dejaba
entrever en aquel primer proyecto Grus realizado por la SEO hace casi 40 años,
sobre la utilización de la Zona Centro como colector de las aves que entran en
la región: volvemos a las raíces grulleras, pero ahora con menos margen de
beneficio para ellas.
Lo que no cambia son los frecuentes
accidentes que sufren las aves en el entramado de tendidos eléctricos y
vallados de fincas, que todos los inviernos se cobran su tributo, en el caso de
la imagen un joven atrapado y muerto en los alambres de una valla ganadera
coincidiendo con un periodo de densas nieblas.