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jueves, 29 de septiembre de 2011

AÑORANZA DE SISONES




Entre las especies de aves ligadas al sentir popular en el área de Orellana y por añadidura las cercanas comarcas de La Serena y las Vegas Altas, sin duda el Sisón común (Tetrax tetrax) ocupa un lugar importante; vulgarmente denominados “asisones” y conocidos por el paisanaje mayormente por su costumbre de defecar al levantar vuelo cuando se sienten amenazados, hace pocos años eran frecuentes en los alrededores de la localidad de Orellana la Vieja, también ocupaba muchos terrenos pseudo-esteparios de la Zona Centro que por la puesta en regadío del plan denominado con el mismo nombre fueron, y son aún en día los mayores damnificados por aquel plan faraónico.

Recorrer un corto tramo por la vía pecuaria que atraviesa la finca “Los Sevellares” dirección a la cercana localidad de Acedera, durante los meses primaverales desde Abril hasta finales de Mayo, deparaba el encuentro con las peculiares pequeñas avutardas en “faenas nupciales” con sus llamativos marcajes territoriales tanto visuales como acústicos por parte de los encorbatados machos, persecuciones entre ellos por la disputa de las hembras y los mejores territorios, así como el motivo final de tan complejas pautas: la elección de los machos por parte de las hembras…o quizás al revés, cosa que nunca pude definir con total claridad pues siempre veía y veo en los mismos territorios de cada temporada a los que seguramente son los mismos machos, y quizá a las mismas hembras.

Inmediatamente tras la reproducción tenían y aún en menor medida conservan la querencia de alimentarse en grupos más nutridos en los melonares de alrededor de Acedera, agrupaciones que antaño oscilaban entre los 50 y 100 ejemplares, siendo hoy en día raro ver más de 15 o 20.

Tan espectacular como el celo, pero diferente en su ciclo vital, es su gregarismo invernal; mis recuerdos más impactantes de aquellas congregaciones de sisones se remontan a finales de los años 80, hace ya la friolera de un cuarto de siglo, cuando durante el invierno y en los llanos que conforman el territorio entre los embalses de Orellana y Zújar, se podía asistir a verdaderas oleadas de sisones que literalmente tapaban siembras y rastrojos, en palabras de los labriegos y pastores cuando alzaban vuelo “cubrían el cielo”. Por aquel entonces particularmente ni se pasaba por mi cabeza cuantificar aquellos grandes bandos en los cuales tampoco era difícil descubrir mezclados algunos Chorlitos dorados (Pluvialis apricaria) y Gangas (Pterocles alchata). Guardaba dos viejas fotos de escasa calidad, que adornan esta entrada y que nos pueden dar una idea de cómo era aquel espectáculo, probablemente irrepetible dado el camino tan enrevesado que atraviesan los hábitats esteparios y el sisón, acompañados por casi todo el plantel de aves esteparias, que por sí solas cubren un porcentaje importante de las consideradas como “sensibles a la alteración de su hábitat” en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de Extremadura.

A finales de los noventa y principios del nuevo siglo, vuelvo a observar grandes concentraciones de sisón al amparo de rastrojos de regadío y cultivos de secano en la zona de Madrigalejo, Navalvillar de Pela y Acedera, el corazón de la Zona Centro, con grupos que en ocasiones se acercaban a los 3.000 ejemplares, pero que siempre me parecieron “no llegaban ni a la mitad” a los de la década anterior. En el momento presente aún siguen observándose sisones por estas zonas, pero raramente en agrupaciones que superen los 200 o 300, habiendo ya prácticamente desaparecido como reproductores. Al sur del Embalse de Orellana también han disminuido estas aves, aún cuando el hábitat sigue siendo similar, controles en estaciones de observación y escucha dan como resultado una disminución importante de la especie, que por cierto se acentúa notablemente las primaveras secas por falta de cubierta vegetal, que les resulta necesaria para mimetizarse protegiéndose de potenciales predadores, sin olvidar que también representan mayores recursos alimenticios.

La solución para el sisón y el resto de esteparias, siempre tan traída y llevada en los últimos años pasa por la conservación de su hábitat y el uso sostenible del mismo, a través de los aprovechamientos tradicionales, algo tan difícil en los tiempos que corren donde lo único que importa es cambiar todo de lugar o dicho de otro modo, no dejar nada quieto; como decía un político local “que importancia puede tener un pedregal con 4 cogutas y 2 aguiluchos?”, y el tío se quedo tan pancho, “carajo, es lo que tenemos en la tierra, si quieres importamos 4 jirafas y 2 leones para darle valor ambiental”, le contesto su interlocutor con sorna.

3 comentarios:

  1. Hola Manolo, yo también tengo esas imágenes en el recuerdo de los grandes bandos de sisones y que nunca más he vuelto a ver de aquella magnitud. No se me olvida un día, cuando aún iba a ver pájaros en vespino, que se levantó un bando inmenso en las inmediaciones de lo que es ahora el CTRSU de Villanueva (el basurero, vamos)con centenares de ejemplares, quizás miles...pero que me dejaron impresionado mientras duró el espectáculo. Recuerdo hasta el atronador sonido de tanto aleteo. Desde entoces, han sido muchos los cambios que han jugado en contra de esta especie y otras con las que comparte el mismo hábitat. Las palabras de los políticos se las lleva el viento...pero estas son para ponerlas en una lápida. Un abrazo! Ya pronto las tenemos por aquí....

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  2. Muy buena la entrada Manolo, los que hemos visto el declive de esta especie antes abundante, suscribimos enteramente tus palabras, un abrazo

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  3. Así es, vosotros como veteranos en el seguimiento de aves, lo tenéis bien constatado en vuestra memoria y cuadernos de campo. En fin...la vida sigue, y por cierto, ya están aquí. Un abrazo

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